LEMA DEL MES DE ENERO Y FEBRERO
Enero y Febrero
Lema: «Anunciemos con alegría la experiencia del Cristo Vivo que camina con nosotros»
Objetivo:Promover la misión en la parroquia y compartir la experiencia vivida durante el año.
Tema: Una Iglesia en salida es una Iglesia misionera.
Texto bíblico: Evangelio de San Lucas 24,50-53
Justificación:
Enero y febrero es un tiempo para descansar como lo hizo Jesús «vamos a descansar un poco» (Mc. 6, 31), pero ahí mismo se encontró con la multitud y después del descanso vino la misión. La experiencia de los discípulos de Emaús después de haber reconocido a Jesús en la fracción del pan, ellos vuelven motivados a anunciar a sus hermanos de que era verdad de que estaba vivo. Toda experiencia con el Cristo Resucitado desemboca en una misión, de lo contario es una experiencia incompleta.
Las misiones son un espacio para caminar con la comunidad, tal vez muchos tienen recuerdo de antaño de cómo eran las misiones. El espíritu misionero debe adaptarse a las circunstancias de estos tiempos y estar atentos a lo que el Espíritu Santo nos conduzca y nos diga lo que tenemos que hacer.
El texto que nos ilumina este mes, es el Evangelio de San Lucas, es la despedida de Jesús que se va al cielo, después de haber caminado junto a sus discípulos. Ellos se mantienen alegres, vuelven a su comunidad y desde ahí viven la presencia de Dios, conscientes de la misión que el maestro les ha encomendado.
Nosotros durante este año hemos hecho el mismo itinerario de los discípulos de Emaús y preguntémonos, ¿qué queda de toda esa experiencia? Debe quedar alegría y ánimo para continuar con la misión que el Señor nos encomienda. La pastoral que realizamos debe tener continuidad, tener procesos y debe ser todo un itinerario de vida de todos los cristianos. No podemos cortar en diciembre y retomar en marzo, el itinerario de nuestro Sínodo Diocesano exige continuidad, para poder seguir caminando como comunidad diocesana de Tacna y Moquegua.
Podemos organizar las misiones parroquiales, quizás no hemos logrado llegar a la meta trazada para este 2022. Puede que todavía haya lugares en nuestra jurisdicción parroquia donde no ha habido presencia de nosotros como por ejemplo las zonas parroquiales.
Podemos apoyar a las parroquias hermanas a seguir preparándose en nuestro Sínodo Diocesano. El hecho de ser llamados una Iglesia en salida implica un cambio en nuestro actuar y ver la pastoral con los ojos de Dios y cómo quiere que caminemos.
Gesto y acción significativa:
- A nivel familiar:
- Orar en familia por la misión organizada por la parroquia.
- A nivel de zonas parroquiales:
- Los grupos, movimientos parroquiales, etc. estarán encargados de coordinar y realizar una misión en las zonas de la parroquia.
LEMA DEL MES DE MARZO
MARZO
Lema: «Para caminar con Jesús: «Ve y reconcíliate con tu hermano»» (Mateo 5,23)
Objetivo:Tomar conciencia que estoy separado, enojado con mi hermano
Tema: El encuentro con el hermano
Texto bíblico: Evangelio de Marcos 2, 15-16 “La actitud de Jesús hacia los pecadores”
“Mientras Jesús estaba comiendo en su casa, muchos publícanos y pecadores se sentaron a comer con él y sus discípulos; porque eran muchos los que lo seguían. Los escribas del grupo de los fariseos, al ver que comía con pecadores y publicanos, decían a los discípulos: “¿por qué come con publicanos y pecadores?” Jesús, que había oído, les dijo: No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”. Palabra de Dios.
Justificación:
En medio del tiempo litúrgico de la Cuaresma volvemos a tener el perdón de Dios en nuestro horizonte. Nos viene bien, en el camino que pretendemos continuar. Este es un tema pendiente para el creyente y todavía más, en estos días tan convulsos que vivimos como Pueblo de Dios. Los Obispos del Perú han realizado diversos llamados a la serenidad, a la tranquilidad y a la paz en búsqueda de una convivencia más fraterna ¿De cuántas tensiones hemos sido parte? ¿Hemos buscado el diálogo? ¿Hemos sumado para buscar el fin del enfrentamiento? Tal vez la respuesta común es un no, pero por sobre toda esta dura realidad, tenemos que decir: Somos todos hermanos de un mismo Padre.
Ya Jesús, nuestro Señor sorprendió y escandalizó a todos en Galilea y todo por la amistad con los pecadores. La experiencia del pueblo era totalmente distinta, ningún profeta se había acercado a ellos con una actitud de respeto, amistad y simpatía. Jesús tuvo una actitud totalmente difícil de entender, se diferenció inclusive de su inmediato predecesor, pues no hablaba de la ira de Dios, como Juan el Bautista. Jesús tuvo siempre un acercamiento buscando el encuentro de manera amistosa y acogedora, en nombre de un Dios que los mira con ternura, los comprende y los ama.
Pero Jesús no sólo tenía una actitud, sino que se sentaba a la mesa con toda clase de gente alejada de la ley de Dios: pecadores, recaudadores, prostitutas, o sencillamente indeseables. El gesto de Jesús es provocativo, porque se encuentra con los pecadores sin necesidad de exigirles una conversión o una purificación según los ritos judíos. “¿Es que come con pecadores?” No tiene vergüenza y no marca distancias. Luego tendremos acusaciones más hostiles: “Ahí tienen un comilón y un borracho, amigo de pecadores”.
La realidad es que sentarse a la mesa no es un asunto de menor cuantía, el encuentro implica cercanía, confianza y amistad. No se come con cualquiera y todavía más si nos fijamos en la sociedad judía, donde se cuidaba tanto la propia santidad y se marcaban holgadas diferencias. Cada uno comía con los suyos:los paganos con los paganos, los ricos con los ricos, los pobres con los pobres y los piadosos fariseos con los suyos. Jesús, hombre de Dios, podía compartir la mesa con gente poco respetable, incluso pecadores que vivían al margen de la Alianza. Es la mesa para todos lo que permite romper el círculo diabólico que impide el encuentro verdadero, abriendo espacio a un encuentro conjunto y amistoso con Dios.
“No necesitan de médico los sanos, sino los enfermos”. Cuando Jesús les ofrece confianza y amistad posibilitando el encuentro y además tiene para con ellos un fin terapéutico. El encuentro que Jesús ofrece, libera a quienes se encuentran con Él, de la vergüenza y de la humillación, porque los acoge como amigos. Por vez primera se sienten acogidos por un hombre de Dios.
Detrás de la amistad que posibilita el encuentro llega el perdón, envuelto en esa confianza y amistad. Sentados a la mesa pueden cantar himnos con Jesús y beber buen vino. Esa acogida va marcando, los va curando por dentro, Jesús los va acercando al Padre, les contagia su paz y su confianza en Dios.
El pueblo judío creía en el perdón a los pecadores, incluso a los homicidas o a los apóstatas. Dios sabe perdonar a quienes se arrepienten. Eso sí, es necesario un camino: manifestar el arrepentimiento ofreciendo los sacrificios apropiados en Jerusalén, abandonar la vida alejada de la Alianza y las ofensas y daños al prójimo, con la debida reparación o restitución.
Lo sorprendente es que Jesús los acoge sin exigirles nada. Los acoge tal como son: pecadores. Les ofrece su perdón sin estar seguro de que responderán cambiando su conducta. Lo hace confiando totalmente en la misericordia de Dios, que ya los está buscando.
Estamos llamados a dar pasos buscando encontrarnos con el otro y no solamente ello, sino conocer legítimas aspiraciones y necesidades, desde la confianza y amistad. Nos hará bien sentarnos a la mesa. Nos hace falta reconocernos de la misma dignidad y que procedemos del mismo Padre que está en los cielos.
El Papa Francisco hizo un llamado muy claro a buscar la reconciliación como fuente de verdadera alegría: “Restituyamos el primado a la gracia y pidamos el don de comprender que la Reconciliación no es principalmente un paso que nosotros damos hacia Dios, sino su abrazo que nos envuelve, nos asombra y nos conmueve. Es el Señor que, como con María en Nazaret, entra en nuestra casa y nos trae un asombro y una alegría que antes eran desconocidos: la alegría del perdón. Pongamos en primer plano la perspectiva de Dios: volveremos a descubrir la importancia de la Confesión. Lo necesitamos, porque cada renacimiento interior, cada punto de inflexión espiritual comienza aquí, en el perdón de Dios. No descuidemos la Reconciliación, sino redescubrámosla como el Sacramento de la alegría. Sí, el Sacramento de la alegría, donde el mal que nos hace avergonzarnos se convierte en ocasión para experimentar el cálido abrazo del Padre, la dulce fuerza de Jesús que nos cura y la “ternura materna” del Espíritu Santo. Esta es la esencia de la Confesión”.
Gesto y acción significativa:
- A nivel personal: Realizar el compromiso de no responder a los comentarios negativos, especialmente en las redes sociales.
- A nivel familiar: Buscar la reconciliación con el familiar enemistado.
- A nivel de zonas parroquiales: Rezar y participar del Vía Crucis, celebraciones penitenciales por sector y/o parroquial.
LEMA DE MES DE ABRIL
ABRIL
Lema: «Para caminar con Jesús: «Alégrate con tu hermano»» (Génesis 45, 14-16)
Objetivo: Vivir la Pascua en clave de encuentro.
Tema: La alegría de la Pascua
Texto bíblico: Lectura de 1 Corintios 2, 1-9
“Por mi parte, hermanos, cuando los visite para anunciarles el misterio de Dios, no llegué con el prestigio de la elocuencia o la sabiduría. Al contrario, no quise saber nada, fuera de Jesucristo, y Jesucristo crucificado. Por eso, me presenté ante ustedes débil, temeroso y vacilante. Mi palabra y mi predicación no tenían nada de la argumentación persuasiva de la sabiduría humana, Sino que eran demostración del poder del espíritu, para que ustedes no va a ser en su fe en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. Es verdad que anunciamos una sabiduría entre aquellos que son personas espiritualmente maduras, pero no la sabiduría de este mundo ni la que ostentan los dominadores de este mundo, condenados a la destrucción. Lo que anunciamos es una sabiduría de Dios, misteriosa y secreta, que él preparó para nuestra gloria antes que existiera el mundo, aquella que ninguno de los dominadores de este mundo alcanzó a conocer, porque si la hubieran conocido no habrían crucificado al Señor de la gloria. Nosotros anunciamos, como dice la escritura. Lo que nadie vio ni oyó y ni siquiera pudo pensar, aquello que Dios preparó para los que lo aman”. Palabra de Dios.
Justificación:
Esperamos la Resurrección y la plenitud de nuestra vida; aunque no sabemos cómo será esa realidad. Lo que sí sabemos es que será un acontecimiento que nos dará verdadera alegría. El cielo supera todas las experiencias terrenas, porque es algo que está preparado por Dios para el cumplimiento pleno de nuestras aspiraciones.
El sendero terreno de los hombres y mujeres es una realidad que necesita de la alegría de la pascua, de la alegría de la Resurrección. Este Tiempo Pascual sea una oportunidad para ir pregustando ya el cumplimiento en Dios, de lo que todavía hoy no es sino posibilidad, aspiración, deseo, expectación y esperanza.
Cristo es nuestro cielo, pues Él es el único lugar de encuentro entre el hombre y Dios. “En Él habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente”. Reconocemos que sólo en Él podemos entrar en comunión con Dios. Sólo viendo a Jesús podemos ver al Padre. La resurrección de Cristo nos ha permitido contemplar la apertura y la constitución del cielo. Esta alegría es la que estamos llamados a dejar que invada nuestros corazones y vaya transformando nuestro servicio ante el hermano. Tomemos en cuenta que el otro es el que nos necesita, nos requiere transformados por la esperanza de la vida plena.
Estamos llamados a recuperar la fe de los primeros creyentes: San Pablo entiende el cielo como “estaremos siempre con el Señor”; “preferimos salir de este cuerpo para vivir con el Señor”; “deseo partir y estar con Cristo” y la afirmación del Evangelio de Juan, en el mismo sentido “Padre, quiero que donde yo esté, estén también conmigo los que me has dado”; “cuando haya ido y les haya preparado un lugar , volveré y los tomaré conmigo para que donde esté yo, estén también ustedes”.
Creer de este modo tiene consecuencias inmediatas para nuestra vida de fe. Estamos llamados a vivir animados por el Espíritu Santo. Quien vive en Cristo, tiene ya en su ser el germen de la vida eterna.
Cristo, el resucitado, es el que está presente en nosotros, somos portadores de la vida eterna. En nosotros late esa vida eterna que un día nos transformará. Un día todo quedará transfigurado y consumado en Cristo resucitado. Y será ese Jesús, amado y seguido día a día por nosotros entre vacilaciones y penas, quien nos arrastre glorioso hacia el abrazo eterno con el Padre.
El Papa Francisco nos ha dado diversos llamados a vivir la alegría, aquí colocamos el primer item de lo que podemos llamar el “Decálogo de la alegría”. “El camino de la felicidad comienza contra corriente: es necesario pasar del egoísmo al pensar en los demás. Estar tristes, decían los padres del desierto, es casi siempre pensar en sí mismos.
De esta manera, observa Francisco, “cuando la vida interior se encierra en los propios intereses” y no “hay espacio para los demás” no se goza más de “la dulce alegría” del amor. En efecto, “no se puede ser felices solos”. El Papa invita a redescubrir la generosidad, porque “porque Dios ama al dador alegre” (2Cor 9,7). Es necesario vencer la tentación de encerrarse a sí mismo, de aislarse, creyéndose autosuficientes, porque todos tenemos necesidad de fraternidad. La vida adquiere sentido “en buscar el bienestar del prójimo” deseando la felicidad de los demás: “Si logro ayudar a una sola persona a vivir
Gesto y acción significativa:
- A nivel personal: Realizar una carta de felicitación a un vecino que haya alcanzado un logro con el fin de reconocerlo y compartir la alegría.
- A nivel familiar: Realizar una acción de gracias por la Pascua 2023 con participación de cada uno de los miembros de la familia. Promover un compartir pascual con el encendido del pascualito.
- A nivel de zonas parroquiales: Preparar y llevar la alegría pascual con un pascualito a los vecinos de la zona parroquial, especialmente a los que ya no la frecuentan.
- PRED: Gesto de escucha sobre JÓVENES-VOCACIÓN
MAYO
Lema: «Para caminar con Jesús: «Acoge a tu hermano»» (Romanos 15,7)
Objetivo: Aceptación de la cruz en la vida como cristianos.
Tema: Acoger al otro a pesar de las diferencias.
Texto bíblico: Lectura de los Hechos de los Apóstoles 2, 29-34
“Hermanos, permítanme decirles con toda franqueza que el patriarca David murió y fue sepultado, y su tumba se conserva entre nosotros hasta el día de hoy. Pero como él era profeta, sabía que Dios le había jurado que un descendiente suyo se sentaría en su trono. Por eso previó y anunció la resurrección del mesías, cuando dijo que no fue entregado al Abismo ni su cuerpo sufrió la corrupción. A este Jesús, Dios lo resucitó, y todos nosotros somos testigos. Exaltado por la derecha de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y ha derramado lo que ustedes ven y oyen”. Palabra de Dios.
Justificación:
En mayo, nuestra mirada indiscutiblemente se dirige a la Santísima Cruz y a la maternidad de María, con estas celebraciones hemos cosechado experiencias pastorales y abundantes frutos. Aprovechemos los diversos momentos de celebración para comprometer a quienes buscan una verdadera y sincera acogida en las comunidades parroquiales. Que cada celebración, se fortalezca desde la experiencia pascual del Resucitado.
El caminar juntos se hace más sencillo cuando podemos dar pasos en la misma dirección, con la misma fuerza y con la misma dinámica. Somos conscientes, además que en ese “camino” siempre la cruz estará presente; hay que cargar con ella. No podemos detenernos por las adversidades, pues somos hombres y mujeres que hemos recibido la fuerza de lo alto.
Los primeros cristianos expresaban su experiencia pascual desde los relatos de los Hechos de los Apóstoles y que también están mencionados en el Evangelio de Juan, cuando el Resucitado se aparece y sopla sobre sus discípulos y les dice: “Reciban el Espíritu Santo”.
La experiencia pascual que vivimos en estos días no puede ser solamente una profesión de fe en el Resucitado, sino en tomar consciencia de ser alcanzados por Cristo con un “Espíritu vivificador”.
Si entramos en comunión con el crucificado, conseguiremos estar en la dinámica del que vive y es dador de vida. La experiencia con el crucificado nos permite reorientar nuestra vida de manera radical; de la cruz procede la comunidad pascual de creyentes. En los Evangelios encontramos con claridad cómo empezó todo, unos hombres y mujeres se ponen en contacto con Jesús, primero en Galilea y después con la resurrección, descubren en Él la cercanía salvadora de Dios.
Los hombres y mujeres se dejan fascinar por la novedad del mensaje del Reino de Dios que llega, transforma sus vidas y los llena de entusiasmo. Los ha cambiado a amigos de la vida y defensores del “otro”, como verdaderos hermanos. Es en este contexto podemos aceptar nuestras diferencias y seguir la marcha, somos vivificados por el mismo Espíritu Santo que viene de lo alto, porque hemos recibido el soplo del Resucitado, el mismo espíritu vivificador.
El Papa Francisco nos ha propuesto diversos llamados para vivir la acogida: “Es la disposición interior necesaria para la evangelización: se trata de sembrar la buena noticia en el terreno de la existencia del otro, aprendiendo a reconocer y acoger las semillas que Dios ya ha puesto en su corazón antes de nuestra llegada”.
Gesto y acción significativa:
- A nivel personal: Compartir el testimonio sobre “las cruces” que llevan algunas personas.
- A nivel familiar: Preparar una visita a las madres gestantes, viudas, solteras y ancianas. Elaborar una cruz que pueda ser llenada con las dificultades.
- A nivel de zonas parroquiales: Hacer el recorrido de la Virgen Peregrina con el rezo del Santo Rosario, visitar a las mujeres gestantes, viudas, solteras, ancianas y llevarles un detalle con un mensaje motivador.
- PRED: Gesto de escucha sobre JÓVENES-VOCACIÓN
JUNIO
Lema: «Para caminar con Jesús: «Sé manso y humilde de corazón»» (Mateo 11,29)
Objetivo: Imitar las actitudes y sentimientos de Jesús
Tema: La humanidad de Jesús
Texto bíblico: Lectura de los Hechos de los Apóstoles 2, 29-34
“Tengan entre ustedes los mismos sentimientos de Cristo Jesús. Él, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente. Al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de esclavo y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz. Por eso, Dios lo exaltó y le dio el “nombre” que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: Jesucristo es Señor”. Palabra de Dios.
Justificación:
El camino que emprendemos en nuestras comunidades parroquiales es aprender del maestro y responder a sus enseñanzas. Comprendemos también, que la falta de crecimiento en nuestras comunidades es porque andamos encerrados en nosotros mismos y no escuchamos a nuestro maestro común. A todos nos hace falta humildad: a los que dirigen, presiden y también a los que forman parte en general del pueblo de Dios y por tanto, parte de la Iglesia. Al reconocer nuestra limitación se generaría una búsqueda común, acercando nuestros lazos y quedando así unidos por el mismo deseo de aprender del maestro.
Jesús, nuestro Señor, tiene la virtud de la humildad como propia desde su condición humana y además, esta virtud se hace más evidente en Él por la condición divina. La bondad, la santidad y la misericordia son la naturaleza de Dios. Él no puede engrandecerse a sí mismo, por encima de lo que es en su infinita grandeza, pero puede humillarse, como de hecho se abajó y se encarnó.
Para realizar nuestro camino como creyentes necesitamos revestirnos con la virtud de la humildad, como nuestro Señor Jesucristo. Si usamos medidas; ninguno de nosotros podrá compararse al abajamiento de quien “en el principio era el Verbo”16. Aceptarlo es el mejor camino para poder situarnos y encontrar nuestro lugar en la comunidad.
Jesús se revistió de verdadera humildad y como dice San Agustín: “No quiso enseñar nada que Él mismo no fuera”; “ni mandar nada que Él mismo no practicase”. La humildad no es una cuestión teórica, por lo tanto es necesario pedir ser revestidos de la humildad; es decir, tener los mismos sentimientos de Cristo. “Señor, enséñanos tus caminos”.
Lamentablemente constatamos con gran tristeza que lo que busca el hombre de hoy es el camino de la soberbia; no reconoce el lugar del hombre frente a Dios, este es un paso inicial para ir transformando nuestro camino. Estamos llamados a no dejarnos confundir como nuestros primeros padres con promesas engañosas, “serán como dioses”17. El salmista nos enseña: “Y ustedes, señores, ¿hasta cuándo ultrajarán al que es mi honor, amarán lo que es falso y buscarán lo engañoso?”18. Siendo mansos y humildes como nuestro Señor, mejorará nuestro manera de vivir, mejorará nuestra convivencia humana y de hecho nos iremos revistiendo de las mismas actitudes y sentimientos de Jesús.
El Papa Francisco hizo un llamado muy especial para practicar la humildad en las siguientes palabras: “Entonces, hoy podemos preguntarnos, cada uno de nosotros en nuestro corazón: ¿Cómo está mi humildad? ¿Busco ser reconocido por los demás, reafirmarme y ser alabado, o más bien pienso en servir? ¿Sé escuchar como María, o sólo quiero hablar y recibir atención? ¿Sé guardar silencio como María o siempre estoy parloteando? ¿Sé cómo dar un paso atrás, apaciguar las peleas y las discusiones, o sólo trato siempre de sobresalir? ¿Cómo está mi humildad?”.
Gesto y acción significativa:
- A nivel personal: Pedir perdón, saber perdonar e invitar a llevar un Sagrado Corazón de Jesús.
- A nivel familiar: Realizar la entronización del Sagrado Corazón de Jesús.
- A nivel de zonas parroquiales: Realizar la procesión y/o recorrido del Corpus Christi antes o después de la celebración Eucarística.
- PRED: GESTO DE ESCUCHA SOBRE LA FAMILIA