«No tentarás al Señor tu Dios»
Con el Miércoles de Ceniza, hemos iniciado el tiempo de Cuaresma, tiempo de especial oportunidad para que de la mano de la gracia de Dios iniciemos el proceso de conversión que dilatamos tanto imbuidos por el trajinar de los días y las mil preocupaciones. La Iglesia sabiamente nos ofrece este tiempo, rico en signos y símbolos que nos predisponen a escuchar la voz de Dios que resalta la urgencia de una radical conversión al que todos estamos llamados, aun lo que nos creemos ‘buena gente’.
Todo proceso de conversión inicia con el reconocimiento de nuestra fragilidad y pecado.Nadie está exento de la tentación y de poder caer en ella, pero guiados y sostenidos por el Espíritu Santo seguramente podremos salir airosos como Jesús, nuestro modelo, quien: «lleno de Espíritu Santo, era conducido por él en el desierto durante cuarenta días, mientras era tentado por el diablo». He aquí la clave para vencer: estar lleno del Espíritu Santo. Muchas veces decimos: no puedo con esta tentación, es más fuerte que yo, y claro hace tanto tiempo que se vive de espalda a Dios ¿cómo entonces tener fuerzas para luchar y vencer?
El tentador arremete contra Jesús durante todo el tiempo que estuvo en el diserto, y se pueden resumir en estas tres. «Entonces el diablo le dijo: <<Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan.» Le pide que use su poder para provecho propio, que saque ventaja de su situación, que se haga de bienes necesarios sin la fatiga del trabajo, ni de la honradez. Pero Jesús responde muy seguro: <<Está escrito: no sólo de pan vive el hombre>>. «Llevándoles luego a una altura le mostró en un instante todos los reinos de la tierra y le dijo el diablo: <<Te daré todo el poder y la gloria de estos reinos, porque me la han entregado a mí y yo se la doy a quien quiero». Ahora está en juego la fama, el poder, pero ¿a costa de qué? «Si me adoras todo será tuyo». Hacer de una criatura su Dios, vender el alma a cambio de gloria y poder, hacerse esclavo de trampas y engaños, Jesús le respondió: <<Está escrito: Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él darás culto>>. Elige servir antes que el dominar.
Le llevó, después a Jerusalén, le puso sobre el alero del Templo y le dijo: <<Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo ; porque está escrito: A sus ángeles te encomendará para que te guarden», el diablo astutamente manipula la Sagrada Escritura para conseguir sus fines, reviste de bien su trampa, mal interpreta y muestra como correcto incluso el tentar al mismo Dios. Esto es lo típico de su actuar, mostrar el mal apetecible, sin importar el poner en riesgo la vida. En cambio, Jesucristo prefiere él dar la vida por nosotros, y aclara con autoridad: <<No tentarás al Señor tu Dios.>> Esto tiene que ver también con evitar las ocasiones de pecar.
«Acabada estas tentaciones, el diablo se alejó de él hasta el tiempo propicio», no se rinde esta como león rugiente buscando a quien devorar, pero no tengas miedo, por más fuerte que parezca no deja de ser criatura. Jesucristo ha compartido nuestra fragilidad para enseñarnos que el mal no tiene la última palabra, confía en Dios que es rico en misericordia, ora con fe: no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal.
+Mons. Marco Antonio Cortez Lara
Obispo de Tacna y Moquegua