ILUSTRE TEÓFILO
Por: Mons. Marco Antonio Cortez Lara
San Lucas ubica el inicio de la vida pública de Jesús al interno de una Sinagoga, pero antes ofrece una especie de presentación de su trabajo de redacción del evangelio: «después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes, he decidido yo también, escribírtelo por su orden, ilustre Teófilo», y el objetivo es: «para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido». En este mundo inconstante, voluble, qué bueno contar con palabras sólidas de la Sagrada Escritura, del Evangelio que son nuestro soporte y aliento, pues fueron escritos -además de la inspiración del Espíritu Santo- a partir del testimonio de aquellos que lo vieron y oyeron.
Y ¿Quien en es ese tal Teófilo, a quien san Lucas se refiere como destinatario? No se sabe quién es en concreto, pero sí que significa su nombre: Amigo de Dios, entonces podríamos decir que san Lucas escribe a los amigos de Dios, y ¿quiénes son ellos? Nos lo dice la segunda parte del evangelio de hoy.
Jesús está en la Sinagoga de Nazaret, en medio de todos hace la lectura de una parte de los escritos del profeta Isaías: «El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor». Finalizado la lectura, devuelto el rollo, se sentó, y ante los ojos fijos de todos los que esperaban con ansia su comentario dice con autoridad: <<Esta Escritura que acaban de oír se ha cumplido hoy>>. Se cumplen en él que es el Ungido de Dios, el Cristo. Y los amigos a quienes se dirige son: los ciegos, los oprimidos, los cautivos, los pobres, ellos son los teófilos, los amigos de Dios, y en ellos también nosotros; por tanto, el Evangelio está escrito para ti, para mí, a quienes el Señor no teme ni se avergüenza de llamarnos amigos.
A nosotros nos da a conocer su Plan de salvación y quiere que sea también nuestro proyecto de vida: ser mensajeros de buena noticia, de esperanza, en medio de un mundo donde parece que sólo lo malo hace noticia o que nada de bueno hay en ella. El Señor nos dice que sólo en Él somos verdaderamente humanos, porque podemos ser auténticamente libres, y no cautivos de la ira, de la venganza, del engaño, de los resentimientos. En Él recobramos la vista, podemos ver nuestros errores y recomenzar desde el arrepentimiento. ¿Qué te oprime y esclaviza?, el Señor proclama un año de gracia para ti, acércate a su Palabra, déjate iluminar por ella, comienza al menos con la lectura dominical del Evangelio en familia, Él te habla como a amigo y como a tal también puede corregirte, lo que dice el Señor en su Palabra se cumple hoy para ti. Fija en Él tu mirada.