<<Ama a tu prójimo…>>
Acabamos de celebrar la fiesta de todos los santos y la conmemoración de los fieles difuntos, ambas realidades nos hablan de lo pasajero que es la vida y la importancia de pasar por ella «haciendo el bien», es decir amando a Dios con todo el corazón, con toda la mente con todas las fuerzas, y amando al prójimo como a nosotros mismo, entre miles y miles de cosas que podamos hacer esto es lo más importante, así se lo dejó claro Jesucristo cuando un escriba de su tiempo le preguntó: <<¿Cuál es le primero de todos los mandamientos?>> Había en efecto -como lo hay también ahora-, tantas normas, mandatos, estatutos, incluso contradictorias, que lejos de facilitar la vida, agobian.
La pregunta del escriba es la que muchos creyentes de hoy nos hacemos, con otras palabras, podríamos decir que la pregunta es: ¿Qué es lo más importante?; la respuesta de Jesús es mucho menos complicada de lo que cualquiera podría esperar, establece un orden de prioridad pero que no se contraponen: El Señor Dios es nuestro único Señor, a Él amaremos y por Él a todos los demás, incluso a nosotros a nosotros mismos. De aquí nace la sana autoestima, del saberme amado por el Señor, con todo lo que soy, y nace también el reto: amar al prójimo como a uno mismo. Amarás al Señor tu Dios con todo tu ser y a tu prójimo como a ti mismo, esto determina todo.
Amar a Dios en primer lugar, es convencernos que Él nunca quiere el mal para nadie, que Dios tiene un proyecto de amor y que confiamos en ese proyecto de amor, por ello nos entregamos a este proyecto con todas nuestras fuerzas, sin olvidarnos de nuestro prójimo. El amor cuando tiene a Dios primero no busca ganar, ni engañar, no humilla, ni se siente inferior, ni superior, por el contrario, busca hacer el bien, siempre, en todo lugar, y con todos más allá de las antipatías o simpatías. Siempre se busca hacer el bien, es allí donde el amor de Dios se encuentra con nuestra libertad, y es el momento de las grandes opciones: obro por amor o por interés, conveniencia. Si nuestras opciones y acciones buscan el bien, entonces nos acercamos y construimos -con Dios- el reino de los Cielos.
Y todo esto ¿cómo se logra?, uno: acercándonos al Señor, cómo el escriba que buscó salir de su duda yendo a la fuente de la verdad; dos: Escuchando lo que el Señor nos pide, aunque nos cueste; tercero: amando lo que nos pide, cuarto: obrando aquello que nos pide, es decir: Amando a Dios y a nuestro prójimo por amor a Dios. Este amor es como una página que no se puede romper una sin romper la otra. En este domingo date un tiempito y pregúntate: ¿Qué es lo más importante par ti? Dios es el único que merece más amor, ¿así te conduces en tu vida? ¿realmente podrás ser recordado por tu fe hecho obras?
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Domingo 21 de octubre de 2018
NO SABEN LO QUE PIDEN
¿Qué quieren que haga por ustedes? Es la respuesta que da Jesús a los hijos de Zebedeo, Juan y Santiago. Es la misma pregunta que hizo al ciego Bartimeo que encontró en el camino, a este último le concedió lo que pedía, a los primeros no. Y ¿Qué pedían?, el ciego: poder ver y así fue; Santiago y Juan, piden «Concédenos sentarnos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda», pero Jesús no accede a su petición por dos razones: porque ese lugar ya está reservado y porque: «no saben lo que piden».
Años más tarde, también San Pablo diría «ustedes oran piden y no reciben nada, porque piden mal, no saben pedir», en este caso Juan y Santiago piden honores, prestigio, fama, piden un puesto quizá aprovechando la amistad y confianza con que les trata el Señor. Pero él les aclara el panorama con otra pregunta: ¿Pueden beber la copa que yo voy a beber, o ser bautizado con el bautismo con que yo voy a ser bautizado? y aunque audazmente responden que sí, el Señor no quiere gente sentada esperando ser servida, quiere discípulos que se arriesguen, capaces de dar más de lo que se pide.
Los otros diez, que estaban atentos al dialogo, empezaron a indignarse contra los dos hermanos. La ambición, el autoritarismo rompe la armonía de la comunidad, del pueblo, de la familia. Jesús que se ha dado cuenta de la situación les reúne y les habla: «Ustedes saben que los que son tenido como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y los grandes les hacen sentir su autoridad, pero no ha de ser así entre ustedes, sino que el que quiera llegar a ser grande sea su servidor, y el que quiera ser le primero sea esclavo de todos».
También hoy con nuestra familia dispersa porque cada uno se preocupa sólo de lo suyo, con una sociedad indiferente donde cada cual solo busca su provecho, necesitamos que Dios nos vuelva a reunir, y que nos recuerde lo que dijo entonces a sus discípulos: el que quiera ser el primero sea el servidor de todos. Esta es la lógica de Dios, que todos necesitamos vivenciar hoy más que nunca.
Hermanos en estos tiempos difíciles para todos, oremos al Señor con más insistencia: Señor Jesús dame un corazón noble, generoso para aspirar por ideales altos y no por opciones mediocres.
Necesitamos que nos reúnas y nos reconcilies contigo, con los demás, con nosotros mismos; necesitamos seguir su ejemplo: «No he venido a ser servido sino a servir». Y ya que en nuestra oración se mezclan intereses superficiales, pues no sabemos pedir, y hasta pedimos lo que no nos conviene, permíteme orar con la oración que nos enseñaste: no nos dejes caer en tentación… venga a nosotros tu reino de justicia.
+Mons. Marco Antonio Cortez Lara